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miércoles, 3 de agosto de 2016

RESTABLECIENDO, RESTITUYENDO VALORES


RESTABLECIENDO, RESTITUYENDO VALORES.

 

Que es gerundio. O sea, a modo de recuperación de lo perdido.

En el caso que me ocupa, con este modesto escrito, para inducir a la recuperación de esos valores con los que, por principios, se nos hizo comulgar al inicio del período democrático a tantos y tantos ciudadanos ilusionados con que este País iba a dejar de ser un Estado a caballo entre África y Europa –más cerca de la primera- y se convertiría en una Comunidad moderna, desarrollada, libre y con todos los derechos sociales garantizados como ya era común denominador en otras Naciones de nuestro entorno.

Más, después de treinta y algo años, nos encontramos con que se hace necesaria una oportuna renovación, fundamentalmente y para empezar, rectora; de personas que  recuperen los valores con los que íbamos a salir de la mediocridad cultural, económica y social con que el régimen anterior nos tenia maniatados esencialmente.

Un escritor ha dicho –me parece muy acertado- que a los españoles se nos está aplicando, con esta “democracia” que más parece una “dicta-blanda”, la teoría del hijo tonto de Robin Hood que, para emular a su padre, robaba a los pobres y se lo daba a los ricos. Es cierto y, ¡ya mismo!, es necesario rectificar y hacerlo a fondo.

Es muy injusto, o, si se quiere, más injusto, que sea con la izquierda gobernando con la que se dan las condiciones paupérrimas que la mayoría de la gente humilde, honesta y trabajadora soporta por la degeneración política y sindical. No son izquierda, son –perdónenme- auténticos bellacos, mercachifles y filibusteros que se han colado en la ideología aprovechando una transición cobarde que no erradicó, ni mucho menos, el abuso, la opresión, la sinecura, la oligarquía y, lo peor, el engaño institucional con una ley electoral que no permite elegir los representantes que cada uno considera más idóneos sino que obliga a votar a quienes los partidos ponderan (en las Cámaras sólo están unos cuantos “políticos”, los demás son en su mayoría “pulsa timbres” producto de la canonjía); y todos sabemos lo que se cuece dentro de cualquier formación política –elevado al cubo si se trata de las dos más poderosas- y como sus líderes y “gente de su confianza”, de cualquier calaña, manejan antidemocráticamente.

Así es que, visto lo visto, hay que tomar cartas y proceder a lo señalado al principio; al menos, por la izquierda, si es que aún, a ésta que ¿gobierna? España, le queda algo de dignidad.

Sí, sí…, como señala Josep Fontana, catedrático emérito de historia: “La izquierda se debe ganar la credibilidad en la calle y en la fábrica”. O como nos hace saber Saramago: “¿Dónde está la izquierda? Por ahí, humillada. No se puede votar a la izquierda si la izquierda ha dejado de existir. La izquierda debe recuperar a los pobres, los necesitados y los soñadores”.

Porque, como bien señala el caricaturista Sinè: “La clase política tradicional está burlándose de nosotros. Sólo quiere un sueldo (muy alto), un puesto, un coche oficial con chófer, prestigio…”. Y, como dice Concita de Gregorio, periodista italiana: “En el combate con los ideales, el dinero vence. La división impide a la izquierda tener un poder real y efectivo”. O como indica Paolo Flores, filósofo: “La socialdemocracia no es ya de izquierda”. “Frente a los ideales de solidaridad, se ha logrado imponer la ilusión del enriquecimiento individual engañoso para la mayoría”, según Carlos Peris, Presidente del Ateneo de Madrid.

Por tanto, sugiero (sí, ya sé que no me va servir de mucho, pero…):

Actualizar salarios subiendo el SMI. Como mínimo, hasta los 1000 € (no podemos estar en el vagón de cola salarial de la UE-27 si queremos salir de ésta, porque sin poder adquisitivo no hay consumo; y sin consumo no hay empresa y, por ende, trabajo).

Reformar a fondo la legislación laboral y pensar –eso es la izquierda- en los trabajadores, aunque sea sólo un poquito (es inaudito un horario superior a las 8 horas/día, o que se quiera, como pide la patronal, ahondar en los contratos basura, ya que, lo que se debiera hacer es eliminarlos; con precariedad y con muchas horas trabajando no se va a ninguna parte que no sea el fomento de la especulación, el miedo, el stress y la improductividad).

Reformar el sistema de pensiones (ninguna pensión por debajo de 800 € y ninguna por encima de 3.000 €; la del Sr. Ibarra, por ejemplo, y las de otros políticos son un atentado contra la clase obrera y la ciudadanía en general, impropio de la izquierda).

Un IRPF realmente progresivo que haga pagar a las clases privilegiadas y que deje exentos a los que no superan los 16.000 €/año (por supuesto, recuperación del impuesto de Patrimonio o similar; lo siento por los “altos cargos” y el personal de “libre designación” –de cada cinco, sobran 4-, de verdad).

Control exhaustivo de precios de la vivienda y los artículos de primera necesidad, sin olvidar los servicios bancarios para evitar la usura actual (lo que ocurre en este País con la banca no es ni siquiera de derechas, mucho menos de izquierda).

Menos Casas de Cultura y Universidades Populares y mejor Educación Primaria, Secundaria y Universitaria que es de pena como están (la formación profesional, por descontado, sólo reglada; el mundo sindical que olvide los cursos y se autofinancie para ser realmente independiente y no estar, como ahora, “secuestrado” por las ayudas del poder).

Más orden y más justicia en la calle y mayor persecución de las corruptelas públicas, que es vergonzoso la cantidad de políticos implicados en procesos judiciales por choricear algo (la izquierda, la que yo mamé y con la que soñaron los ciudadanos durante el anterior régimen, era de gente honesta; esta de ahora –la que manda, claro- parece más bien de auténticos rufianes).

Y, por último, para no ser demasiado reiterativo –he expresado todo lo dicho en otras ocasiones, casi con seguridad-, destinar mayor parte del PIB al gasto público (ahora es el 38%, lejos de Francia, por citar un vecino, que destina el 50%) y, de igual modo, al gasto social (destinamos el 20,8% del PIB, siete puntos por debajo de la media europea) y a “tratar” el medio ambiente (también en esto estamos en el vagón de cola de la UE-27); la izquierda tiene que ser más social y más “verde”, no puede estar a favor de nucleares, térmicas y refinerías y, menos aún, con dinero público.

Por favor, “gobernantes” (si se quieren llamar de izquierda), antes de que sea demasiado tarde para atajar el desempleo y de que la pobreza nos inunde y surja la anarquía social –estamos ya muy cerca- traten de no parecerse a la derecha o, cuando menos, no nos lo oculten y que el pueblo, libremente, elija. No se llamen progresistas, porque lo que así se denominan son de izquierda. Vds. (demuestren lo contrario si pueden) son fariseos escondidos en la ideología de la libertad y gobiernan al modo opulento y opresor propio de las extremas derechas y de las dictaduras (terminarán, de seguir así, emulando a Berlusconi).

Si no retornan a los principios de la izquierda real y restablecen sus valores, tarde más o tarde menos, les quitaremos la máscara y les condenaremos al ostracismo por habernos robado un tiempo que era, sencillamente, nuestro tiempo.

17-06-09

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