DE BANCOS Y CAJAS Y BAJOS SALARIOS
A
nadie se le escapa ya que los Bancos españoles y las Cajas de Ahorros no
padecen ninguna crisis; siguen repartiendo beneficios entre sus accionistas, y
sus Ejecutivos –y más sus Presidentes- continúan, como antes, cobrando
cantidades astronómicas.
Pero
con el argumento de las deudas interbancarias -que dudo mucho sean ciertas,
pues cómo se explican sino esos enormes beneficios (más de 20.000 millones de €
los Bancos, 8.000 millones las Cajas)- han reclamado el auxilio del Estado que,
cuan buen progenitor, ha acudido rápidamente en su ayuda, ¿pues para qué está
sino? Al rescate –como se dice ahora- con el dinero de los contribuyentes que,
no haría falta decir, si tenemos que pagar un poco más en impuestos para un
“mejor servicio público”, ¿qué problema hay? ¡Sí vivimos todos como ricos y
apenas pagamos nada!
Válgame
Dios. Qué País…, y qué Gobierno.
¿Y
cómo se ha fraguado ese auxilio? Con disimulo, con mucho enmascaramiento, ya
que la mayoría de españoles somos torpes e ignorantes y no nos enteramos de
nada. O sea: Mediante avales (de 200.000 millones de €), que, dicho en plata,
es poniendo nuestra cara por ellos (imaginen si no cumplen lo que ocurriría);
realizando subastas de dinero (¿lo puede alguien entender?); y, el colmo,
garantizando parte de los depósitos que los ciudadanos tienen en todas las
entidades, lo que significa, a mi modo de ver, que el dinero del ahorro no
sabemos en donde está invertido –Cajas y Bancos no responden de él, o, al
menos, de una gran parte- y si, llegado el caso, se podrá recuperar o se lo ha
llevado también algún financiero como el estadounidense Bernard Madoff en
versión “fabricado en España”.
Todo
esto hace suponer –perdón si me equivoco- que la política española está
endeudada, “empreñada”, como dice un Sr. mayor amigo mío. Es decir, para
entendernos, que detrás de este “regalo público” puede que esté el hecho de
alguna que otra condonación o, quizás, la concesión de créditos baratos para
las elecciones que se avecinan a los principales partidos políticos que, sabido
es, se han mostrado totalmente unánimes a la hora de su aprobación
parlamentaria.
¿Y
por qué entonces Bancos y Cajas, “solucionada su papeleta”, no conceden
créditos como antes que hagan funcionar el consumo y sujeten el paro?
Para
mí está muy claro: A las PYMES (no a todas, pero si a muchas) no les dan
créditos porque jurídicamente es muy difícil cobrar las deudas, lo que
significa que se tienen que dotar de una gran confianza y eso en los tiempos
que corren es difícil que se dé; el pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha
triplicado la morosidad y, además, hay muchos desalmados y filibusteros sueltos
que, ¡qué curioso!, son iguales que ellos. De modo que -con perdón de nuevo-,
como dice el dicho: “De puta a puta San Pedro es calvo”.
Y
a los ciudadanos –a los que no se ha tragado el “agujero negro” del paro aún-
se les niegan los créditos, a mi modesto parecer, en razón de los bajos
salarios del País que no permiten, obviamente, afrontar los gastos que genera
esta sociedad de consumo superfluo y de ocio desmedido junto al hándicap de una
presión fiscal desmesurada necesaria para poder mantener a tantos y tantos
cargos y funcionarios innecesarios. Sólo hay que ver –lo he dicho en otras
ocasiones- cómo franceses, alemanes, ingleses, nórdicos, etc. que disponen de
unos salarios mucho más altos -nos doblan en algunos casos- han aumentado su
índice de desempleo en uno o dos puntos mientras en España –en eso los doblamos
nosotros- ha subido en cinco o seis y, lo que es peor, sigue subiendo.
Dicho
lo dicho, se debería tener en cuenta al Presidente del Círculo de Empresarios
de Cataluña que, quiero recordar, aconsejó subir los salarios si queríamos
salir de ésta, pues lo único que nos puede “salvar” es el consumo. Pero para
consumir hay que tener poder adquisitivo y el de los trabajadores españoles ha subido
en la última década un ¡0,4%! mientras el de los ingleses, por ejemplo, lo ha
hecho un 27,3%.
Aunque
me temo que con la iglesia hemos topado:
La
Patronal está por el abaratamiento del despido, pues según ellos es dos veces
más caro que en Francia y el Reino Unido que son dos economías más avanzadas
que la nuestra; pero olvidan –intencionadamente, pienso- que en esos Países la
temporalidad es el 14,4 % y el 5,9%
respectivamente, muy lejos de la de España que se sitúa –record de la UE-27- en
el 31,7%, y eso significa –les guste o no- que en este País hay ya demasiada
flexibilidad y el despido es injustamente barato por el impacto del empleo
precario.
Y
el Gobierno (¡del Partido de los trabajadores!) está por la reducción de la
jornada de trabajo y, en consecuencia, del salario; es decir –sin necesidad de
pasar por Salamanca-, por reducir como sea y a costa de quien sea o lo que sea
el vergonzoso índice del paro (actualmente del 14,4%, también record de la
UE-27) y mandar a unos dos millones de trabajadores a engrosar el alto tanto
por ciento de pobreza relativa que, si mal no recuerdo, es, así mismo, uno de
los mayores de la UE-27.
23-02-09
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