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miércoles, 3 de agosto de 2016

¿RADICALISMOS?


¿RADICALISMOS?

 

Mi familia, que son los que ejercen de censores de mis escritos, los que cortan lo que consideran “muy fuerte”, me dicen con frecuencia: ¡Papá!, no seas radical; ni tan inflexible y drástico. Y tienen razón la mayoría de las veces, pero, en ocasiones, no queda otra que serlo si se quieren decir las verdades; o callar y otorgar, a lo que no estoy dispuesto.

Cierto que, a decir verdades que son casi axiomáticas, algunos, en ocasiones –quizás por conciencia errónea-, llaman ¡radicalismos!, y se alegran mucho con esta o aquella opinión vertida que consideran fuera de contexto. Se frotan las manos porque ello les ayuda en su dominación de las clases humildes, analfabetas (mi abuelo Antonio, un hombre sabio y cabal, decía: “porque saben leer y escribir se piensan que no son analfabetos”), desinformadas, trabajadoras sin formación (en España, al parecer, 13 millones), interesados (principalmente la sinecura sindical –casi todos los sindicalistas- y los laborales sumisos de las Administraciones), y, cómo no, de los necios del amén, entre otros colectivos. Y al leer –si leen algo más que no sea la “Biblia” de postulados antidemocráticos, caciquiles y de abusos en todos los órdenes para pisar cabezas y llegar a la cima del organigrama de su partido- presuman, en contraposición, de ese falso equilibrio emocional que entienden por moderación y que tan buenos resultados les proporcionan entre las gente conformistas, faltas de ilusión, acomodadas y los que, de algún modo, se benefician, como lo hacían antes con Franco, de una Democracia que no se debería llamar así puesto que protege –y no juzga- a ricos y banqueros en detrimento de las clases trabajadoras. Clases éstas, por cierto y para colmo, que, con esta crisis producto de la avaricia (ya se sabe, la avaricia rompe el saco), les tienen que “prestar” (regalar es muy radical) su dinero a esta bandada de cuervos de las finanzas para que sigan disfrutando del “latrocinio de corbata de seda” que el Gobierno de turno les permite.

Claro que… hasta que, obviamente, llegue la otra crisis (me van a llamar agorero, seguro), la peligrosa por excelencia, la crisis política: Demasiados parlamentos, demasiados políticos para tan pocos habitantes y, lo que es peor, demasiados políticos (sindicalistas incluidos) “llenándose” los bolsillos dentro de la impunidad de la legalizada ilegalidad moral y laboral, pues, además de las mil y una regalías materiales, se ponen los sueldos –más de uno, en algunos casos- y dietas que quieren y se los suben cuando quieren, de tal modo que el IPC, aún manipulado, les resbala; sin que se les haya ocurrido en más de 30 años establecer la más mínima norma de control que no sea el demagógico acuerdo de, por la crisis (que a ellos, obviamente, no les afecta), congelarse un salario que supera, en el peor de los casos, tres o cuatro veces el medio de los trabajadores.  

En fin…, decir cosas –criticar- referidas a cualquier nefasta actuación política –que ocurre, por desgracia, a diario-, para los que mandan, son radicalismos o radicalidades. Y me considerarán radical, intransigente, intolerante, inflexible, si, de los algo más de 30 años que llevamos de “Democracia”, digo, por ejemplo, esto: “Democracia” que, si bien ha traído una cierta modernización al País, es más cierto que también nos ha obsequiado con impuestos abusivos -no a todos, entre los ricos nueve de cada diez no los pagan-, y muchos, muchos impuestos e innumerables tasas (¿qué servicio recibimos que no las tenga?); con una explotación descarada de los trabajadores por un empresariado –no todo- sin la más mínima sensibilidad y el más mínimo decoro en su afán de enriquecerse con el sudor ajeno mediante salarios miserables, contratos basura, condiciones de trabajo que rozan el esclavismos en algunos casos y provocan siniestralidad laboral sin precedentes, pérdida de los derechos más básicos como un plus de peligrosidad o de festivo o nocturnidad;  con injusticias e indefensión; con inseguridad; con un número considerable de politicastros en todas las Administraciones –las muchas, demasiadas Administraciones, con que cuenta el País atiborradas de Altos Cargos, personal de confianza, asesores, etc.-; con violencia de género;  con violencia en la calle (en muchas ciudades, no sólo las grandes, hay mafias que tienen sembrado el pánico ante la impasibilidad policial, no digamos ya en la costa mediterránea que ha quedado bautizada con “la costa nostra”); con violencia en el ocio (cualquiera pisa una discoteca); CON FALTA TOTAL DE EDUCACIÓN Y COMPORTAMIENTO CÍVICO; con no sé cuantas crisis, todas producidas por los mismos y todas en perjuicio de los mismos como ésta de ahora; con…; amén de con otras lindezas para hacer más llevadera la convivencia, la paz y la amistad entre las personas.

¡Pero me da igual!

02-03-09

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